Cerdanyola del Vallès.— Un imperdonable descuido de uno de los guardias, que colocó el café sobre el botón que abre todas las jaulas al confundirlo con su posavasos en forma de botón que abre todas las jaulas, provocó que todos los animales de la granja-zoológico infantil «La oveja asesina» escaparan del recinto, excepto una cabra muy bien educada que se limitó a mirar cómo se iban las demás con cara de severa desaprobación.
Cerdos, patos y un ejemplar de frailecillo europeo, especie célebre por su fiereza, desataron el pánico en el centro de la ciudad, provocando tumultos, accidentes de tráfico y avalanchas humanas. Los servicios de emergencia se vieron pronto saturados por el caos. «¡No nos entrenaron para esto!», explicaba un jefe de bomberos que fue mordido en la pierna por un ternero. Tuvo que ser amputada.
Al cierre de esta edición, las víctimas del pánico se contaban por centenares y los animales habían devorado flores de los parques públicos y defecado por toda la ciudad. Es la venganza de la naturaleza por haber jugado a ser Dios.