"Ya toca dejar de hacer el panoli y comenzar a pagar la hipoteca", reza la misiva de Hogwarts.
El día más temido por los fans de Harry Potter ha llegado. Muchos quizás lo presintieron aquel día comentando a la salida del cine que "los malos ahora no son como Voldemort", o aquel carnaval en que criticaron el disfraz de bruja de su sobrina porque, con ese carácter, qué cono iba a ser la niña una Ravenclaw.
Pero esta semana ha sido la confirmación: miles de Potterheads, antaño jóvenes impresionables que hoy siguen llevando su tupper con escudo de Gryffindor al comedor de la consultoría y esperaban aún, tal vez, la dichosa carta de acceso a Hogwarts, han recibido al fin su pergamino, pero con un texto mucho más amargo:
"Por favor, deje de denigrar al colectivo mágico con sus patochadas"
Son las palabras duras pero necesarias con que el Ministerio de Magia invita a los fans a pasar página.
"Acéptelo, muggle: Hogwarts ya no está a tiempo de dar sentido a su vida. Pero todavía puede usted apuntarse a spinning, afiliarse a una secta o comprarse una Harley".