Según el refranero español “La oración y la visita: sabrosa y cortita”, pero en eso se nota que nuestro monarca emérito es un hombre progresista, ajeno a la tradición: según parece, su visita a Abu Dhabi comienza a hacerse un poco larga a su jeques anfitriones, 365 días y 22 horas, para ser más exactos.
“Cuando se presentó aquí pensábamos que venía a lo de siempre: café, unas escorts y un par de maletines con armas y billetes, pero no”, confiesa su anfitrión. “A medida que pasaban las horas el tipo no se movía del sofá, es más, pilló el mando a distancia y se repanchigó. Y así hasta hoy. Estoy por llamar a los de desokupa”
Según parece, ni las delicadas indirectas asegurando “Que se hace tarde” o “Te estarán esperando en casa para cenar” surgieron efecto sobre Juan Carlos I, que sigue en Abu Dhabi sin día de retorno fijado, arrasando la nevera de sus familiares lejanos y dando consejos que nadie le ha pedido en las sobremesas. ¡Para que luego digan que nuestro rey no es el perfecto embajador de España!