Los niños españoles se han hartado de que ignoren las cartas que les envían pidiéndoles un establo con un poni, un arsenal de mortíferos cuchillos ninja o que papá y mamá vuelvan a enamorarse y anulen su divorcio.
Según un estudio del CIS, el 87,4% de los menores de 8 años cree que los Reyes Magos son unos seniles pollaviejas incapaces de conseguirles los ambiciosos regalos que les reclaman año tras año.
El descrédito de sus Majestades de Oriente es tan crítico que cientos de pajes reales han sido intimidados por hordas de chiquillos que exigían que sus cartas fueran entregadas a Juan Carlos I.
Debido a la información sobre el emérito que captan en la tele o en conversaciones entre adultos, se lo imaginan como una criatura fantástica e inmortal, colosalmente rica y dotada de poderes mágicos sin parangón.
“Querido rey mago de Abu Dabi, este año me he portado muy bien y por eso te pido un poni y que tortures y extermines a esos tres pedazos de mierda de Melchor, Gaspar y Baltasar por farsantes y traidores” escribe desde Valdepeñas la pequeña Irene, de 5 años, en su carta al rey Juancar.