Fulgencio Suárez López falleció el martes en un incendio en su casa en Madrid. El fuego había comenzado el jueves de la semana anterior, pero Suárez se negaba a echar agua sobre las llamas porque consideraba que eso era "ponerse a su altura".
Todo comenzó cuando a Fulgencio se le cayó una cerilla en la tabla de cortar el embutido. En lugar de apagarla, según explicaron fuentes policiales, dejó que continuase ardiendo porque "también tiene derecho a tener su opinión".
Así, el fuego fue propagándose lentamente por la casa mientras el fallecido hacía vida normal. "Fuego y antifuego son lo mismo, los extremos se tocan", comentó a un vecino que acudió el lunes a su casa alertado por el olor del humo.
Finalmente, las llamas acabaron con su vida el martes, poco después de tuitear en su cuenta personal que "el agua también ha matado a mucha gente".