Más leña sobre el caso del obispo de Solsona, quien, para descanso de muchas conciencias, ha decidido dejar los hábitos y centrarse en cualquier cosa (que no nos interesa lo más mínimo, ni pensamos hablar de ello) excepto en preparar y patrocinar los cursos de reconversión homosexual en los que estuvo involucrado durante su etapa religiosa.
El expárroco asegura que se trata de un proceso lento, arduo y extenuante, pero puede resumirse en tres sencillos pasos:
“No tiene mucha complicación: se trata básicamente de callarte la boca, no ser un hijo de puta que estigmatiza a la gente por lo que diga un libro escrito hace miles de años y follar de forma sana con otro ser humano. ¡Y los monaguillos no cuentan, que nos conocemos!”
El centro de estudios que ofrecerá el máster habla maravillas del exobispo y asegura un 100% de eficacia: “¡Otra cosa no, pero experiencia en el tema... nuestro profe tiene a manos llenas!”, asegura el director de la escuela.