Las estadísticas de la Conferencia Hidrológica Nacional marcan septiembre de 2021 como el fin de una temporada veraniega exitosa que, pese a la sequía inicial, ha permitido un balance acuífero positivo gracias las últimas lluvias y, sobre todo, a los lloros de los oficinistas españoles tras volver al trabajo.
Pese a lo positivo del saldo hidrológico, algunos agricultores no se muestran tan optimistas:
“Este exceso de agua no es para echar cohetes. La salinidad de las lágrimas suele dañar ciertos vegetales, por no hablar de sus frutos. Por ejemplo: tanta amargura existencial de consultores, administrativos y contables hace que el 70% de los guisantes prefiera no nacer o no terminar los estudios para hacerse cantante de trap. ¡Un drama para cualquier padre responsable!”
Desde el departamento de agricultura se tranquiliza a los ciudadanos y campesinos, asegurando que los argumentos de estos horticultores díscolos no son más que bulos y que, para la población general, no hay peligro en consumir agua del grifo:
“Sí, es posible que el consumo de lágrimas de oficinista puede acarrear ciertas depresiones pero, a ver, que no somos trabajadores alemanes, lo de estar jodidos ya va en el DNI. ¡Un poco de patriotismo, por favor!”