Otra vez más, el Partido Popular ha decidido pasarse por el forro las advertencias de su grupo europeo y usar el cordón democrático a la ultraderecha como tanga, lo que sea con tal de seguir en el poder. Consumando el pacto, las primeras negociaciones no se han hecho esperar y las propuestas iniciales de VOX han ido más allá de las típicas del grupo ultraderechista, como diluir la violencia machista o frenar la memoria histórica: han afectado al nomenclátor.
“En honor al pacto entre Mañueco y García-Gallardo habíamos pensando cambiar el nombre de la comunidad a Fachilla y Fachón”, comenta un dirigente del partido verde, “pero cambiaba demasiado el original y no queríamos liar a la gente”.
Por su parte, el “moderado y antipopulista” autodeclarado, Feijoó, ha asegurado a los medios que nadie ha pactado con la ultraderecha: “Teniendo en cuenta que la gente me considera un líder de centro, los de VOX tampoco quedan TAN hacia la derecha”.