Vuelve la Guerra fría, aunque esta vez la carrera espacial ha sido sustituida por la invención de la vacuna del COVID. El interés de los gobiernos por obtener la codiciada inmunidad es tal, que la presión sobre la comunidad científica ha comenzado a notarse en países como Rusia, donde su presidente, Vladimir Putin, anunció esta semana la creación de una vacuna saltándose todos los protocolos.
“El 100% de los investigadores que sigue con vida a día de hoy han asegurado que la vacuna es efectiva”, anunció Putin el pasado martes.
Aun así, pese a la confianza y la rotundidad de los inmunólogos rusos, ciertas sospechas han aparecido a causa de la falta de documentación, pruebas e incluso una Fase 3 estándar, que avalen la propuesta rusa.
Según especialistas del MIT: “Es curioso ver como, en caso de una respuesta negativa a la vacuna, el COVID no solo terminaba siempre con la muerte del infectado, sino con la de toda su familia.”
Es más, las autopsias rusas así lo confirman y cientos de informes con textos tales como “Balazo en la sien. Causa posible de la muerte: COVID-19” o “Atropellado por un coche de alta gama con los cristales tintados. Causa de la muerte: COVID-19” han llenado las morgues de Moscú.